Add parallel Print Page Options

Lo ataron, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador.

Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos.

―He pecado —les dijo— porque he entregado sangre inocente.

―¿Y eso a nosotros qué nos importa? —respondieron—. ¡Allá tú!

Read full chapter